Brenda M. Castellanos Ascoli
Psicóloga familiar con especialidad en Logoterapia
Ultimamente he estado en celebraciones de cumpleaños en las cuales ya no se están contando los años que hemos vivido, sino los que nos quedan por vivir. Entre risas y bromas los cálculos varían dependiendo de la edad de cada uno, del promedio de vida de la familia a la que cada uno pertence y, por supuesto, de las enfermedades que están al acecho cuando se llega a cierta edad. Casi siempre se produce un silencio inconmesurable cuando alguien comenta que por fin se está descubirendo la fuente de la juventud, pero que el resultado de esas investigaciones es un privilegio que sólo gozarán las nuevas generaciones.
En efecto, existen investigaciones que ayudarán a prolongar la vida humana, pero éstas no serán de gran ayuda si la ancianidad la llevamos por dentro. He visto a muchos jovenes viejos y a muchos viejos con un espíritu joven; por lo que considero que lo verdaderamente importanate no es esperar las mágicas soluciones para retrasar la muerte, sino eliminar todo aquello que nos impide disfrutar de la vida. Es preciso trabajar en aquellas cosas que están contribuyendo a que envejezcamos aún siendo jovenes.
Entonces, si usted es de los que está contando sus años, lo invito a que deje de contar (para atrás o para adelante) y se dedique, desde HOY, a atesorar momentos agradables y experiencias enriquecedoras; le aseguro que, de esa manera, los años que tiene pasarán a segundo plano y tomará importancia la forma en que está disfrutando de su existencia.
Marco Aurelio decía: “Una persona no debería tener miedo a la muerte, debería tener miedo a no empezar nunca a vivir”. Y usted ¿ya empezó a vivir?
